lunes, 8 de abril de 2013

MODELO DE COMENTARIO: CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA



El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. “Siempre soñaba con árboles”, me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. “La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros”, me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de intérprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte. […]
         Santiago Nasar se puso un pantalón y una camisa de lino blanco, ambas piezas sin almidón, iguales a las que se había puesto el día anterior para la boda. Era un atuendo de ocasión. De no haber sido por la llegada del obispo se habría puesto el vestido de caqui y las botas de montar con que se iba los lunes a El Divino Rostro, la hacienda de ganado que heredó de su padre, y que él administraba con muy buen juicio aunque sin mucha fortuna. En el monte llevaba al cinto una 357 Magnum, cuyas balas blindadas, según él decía, podían partir un caballo por la cintura. En época de perdices llevaba también sus aperos de cetrería. En el armario tenía además un rifle 30.06 Mannlicher-Schönauer, un rifle 300 Holland Magnum, un 22 Hornet con mira telescópica de dos poderes, y una Winchester de repetición. Siempre dormía como durmió su padre, con el arma escondida dentro de la funda de la almohada, pero antes de abandonar la casa aquel día le sacó los proyectiles y la puso en la gaveta de la mesa de noche. “Nunca la dejaba cargada”, me dijo su madre. Yo lo sabía, y sabía además que guardaba las armas en un lugar y escondía la munición en otro lugar muy apartado, de modo que nadie cediera ni por casualidad a la tentación de cargarlas dentro de la casa.


[LOCALIZACIÓN] El texto corresponde al inicio de la obra, que comienza anticipando el final. El primer capítulo se centra en el periodo de tiempo en que Santiago Nasar sale de su casa para esperar al buque en que llegaba el obispo y se cierra con el anuncio de su muerte: “Ya lo mataron”. Posteriormente al fragmento, diversos personajes describen a Santiago Nasar y el día del crimen (entre ellos el narrador o la cocinera Victoria Guzmán y su hija Divina Flor). Todos ellos, excepto el protagonista, sabían que lo iban a matar, y se insiste en todo el capítulo y en la obra en general en el cúmulo de casualidades que conducen al asesinato.

[TEMA] El fragmento destaca por su unidad temática, pues se centra básicamente en los presagios que anuncian el trágico final de Santiago y la descripción del día en que se produce éste.
[JUSTIFICACIÓN DEL TEMA] Las obras literarias, que se dirigen a un público amplio y heterogéneo, abordan aquellos temas que pueden interesar a cualquier lector y esto es lo que sucede con este texto: existe una fatalidad que persigue al protagonista y le impide salvarse de la matanza. Por ejemplo, en el fragmento se dice que aquél dejó el arma en un escritorio de su casa. En otros momentos sabemos que salió por la puerta por la que nunca salía, no vio la carta en la que le advertían de su muerte…. Es un destino trágico, como el de las tragedias griegas, que se cierne sobre el personaje y del que no puede escapar.

[ESTRUCTURA] Respecto a la estructura, el texto puede descomponerse en dos partes correspondientes a cada párrafo:
En la primera parte, se narran los sueños premonitorios, que nadie supo interpretar, ni siquiera su madre, que era, paradójicamente, intérprete de sueños ajenos.
Santiago sueña que atraviesa un bosque y que era feliz, aunque se introducen notas negativas, como “cagada de pájaros”. También había soñado semanas antes con un avión de papel de estaño (los metales tienen una simbología asociada a la muerte, posteriormente aparece el cobre).
En ambos sueños el protagonista va solo, y parece feliz (en el primer caso había una llovizna tierna –como sucede luego el día del crimen-, luego su felicidad se quiebra, y lo mismo sucede en el segundo, donde él va en el avión entre los árboles sin tropezar con ninguno). Todas estas situaciones aluden metafóricamente a su muerte, él avanza solo, feliz, después de una noche de fiesta, y de pronto encuentra la desgracia.
La segunda parte se centra en Santiago Nasar, su indumentaria el día del crimen para recibir al obispo, (de blanco, como un inocente que va a ser sacrificado), y en sus aficiones, sobre todo la caza y las armas.


[CARACTERIZACIÓN]
Desde el punto de vista estructural, este fragmento es una anticipación o prolepsis de lo que le va a suceder a Santiago, pues desde el comienzo de la obra sabemos ya cuál es el destino del protagonista.
Por otra parte, es perceptible un enfoque diferente en cada uno de los párrafos que componen el texto. El primero nos introduce en el mundo de la magia, la superstición, el significado de los sueños, tan característicos del mundo narrativo de García Márquez, donde se funden la realidad y la fantasía; mientras que en el segundo realiza una descripción realista del personaje y sus aficiones, sin la incorporación de elementos maravillosos. Con este comienzo en la presentación de Santiago Nasar, el autor consigue captar la atención del lector al aportar un componente de misterio al relato.

[ACTITUD E INTENCIONALIDAD]
[ACTITUD] Al tratarse de un texto literario, puede decirse que la actitud del autor es plenamente subjetiva. Su personalidad se manifiesta tanto en el contenido de su obra como en la forma de expresión elegida. Existe en algunos momentos un tono hiperbólico y violencia descriptiva “destazado como un cerdo” que reflejan una actitud crítica por parte del autor. En otras ocasiones es perceptible el tono humorístico e irónico (la madre de Santiago sabía interpretar los sueños siempre que se los contaran “en ayunas”).
[INTENCIONALIDAD] En relación con el contenido, la intención de García Márquez es crear un mundo novelesco (en este caso inspirado por un suceso real) para compartir con sus lectores una determinada visión de la naturaleza humana.
En el plano de la expresión, se observa la preocupación formal propia del texto literario: el novelista cuida especialmente la forma lingüística empleada con la intención de conseguir un estilo personal. Por tanto hay que hablar de la intención estética asociada a la función poética del lenguaje. En el fragmento son visibles rasgos de estilo habituales en esta novela, como el detallismo y la precisión. En este caso se concretan las horas en que Santiago se levanta “5.30”. Asimismo, se detallan los modelos de armas que tenía en su casa.

[TIPO DE TEXTO]
[GÉNERO] La tipología del texto viene determinada, en primer lugar, por el género literario a que pertenece: estamos ante el fragmento de una novela, así que el texto se ajusta a las características propias de este género. En todo caso, pueden apreciarse ciertos rasgos particulares, dado que en esta novela aparecen elementos de la crónica periodística como la precisión y la objetividad en la presentación de algunos datos (por ejemplo, las referencias temporales: a las 5.30 de la mañana). [FORMA] En segundo lugar, en cuanto a la forma de discurso en el texto se alternan los pasajes narrativos con los descriptivos. En la narración, el tiempo verbal más utilizado es el pretérito perfecto simple, que relata los hechos (“se levantó… se puso”). En las descripciones, para describir hábitos del pasado o los personajes, se utiliza el imperfecto (“siempre soñaba con árboles…. Muchos coincidían… yo lo sabía….).
El relato es presentado desde el punto de vista de un narrador interno (un narrador testigo, que intenta reconstruir la historia a partir de fuentes de información diversas), quien, además, nos ofrece su valoración personal de los acontecimientos. En la narración se introduce la voz de uno de los personajes –Plácida Linero, la madre de Santiago Nasar- por medio del discurso dialogado. Los diálogos adoptan en esta novela una forma característica, como se ve en el texto: son diálogos en estilo directo, en los que se ponen en boca de los personajes intervenciones muy breves de naturaleza sentenciosa.
También podemos ver cómo el narrador asume el papel de confidente de la madre de Plácida Linero, que le cuenta en estilo directo los hábitos de su hijo, “siempre soñaba con árboles”, “nunca la dejaba cargada”.

[COMENTARIO PERSONAL]
Es indiscutible el valor literario de este texto: Crónica de una muerte anunciada es una de las obras más conocidas de Gabriel García Márquez, posiblemente el novelista contemporáneo en lengua española más conocido en todo el mundo. Su gran capacidad narrativa se hace notar en este pequeño fragmento, además de su singular visión de la realidad, siempre atractiva para los lectores. Las novelas de García Márquez no dejan de sorprendernos por su habilidad para presentarnos hechos insólitos como el que aquí se relata, de manera que lo inverosímil acaba por hacerse cotidiano.
En definitiva, es este un texto fundamental dentro de la obra, que demuestra la maestría narrativa del autor, que ya desde el principio nos zambulle en el reino de la magia novelesca de esta historia singular y a la vez cotidiana.

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