Un hombre anciano
está en una cafetería cuando, de repente, una mujer joven y guapa se le acerca
y le pide matrimonio. Él se extraña mucho y le pregunta por qué quiere casarse
con él. Ella le contesta que se ha divorciado dos veces de sus respectivos
maridos, y que, como estaba muy triste por ello, una amiga le dijo que una
adivina le había cambiado la vida y le había hecho mucho más feliz. La joven
fue a ver a la adivina, y ella le dijo que si se casaba con el primer hombre
que viera, sería feliz. El anciano le dice que no se va a casar con ella
porque, aunque le parece muy atractiva, para él estar con una chica tan guapa
sería como un sueño, y él ha dejado de creer en los sueños desde que era un
niño. La mujer le pide que, por lo menos, se besen. Entonces, el hombre acepta,
se besan y el anciano se marcha de la cafetería sonriendo.
Cristina María Marcos Peña.
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