lunes, 4 de febrero de 2013

EJERCICIO PRÁCTICO: ESTILÍSTICA ADJETIVO Y VERBO




          RIMA XI de Bécquer

Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas? –No es a ti; no.

Mi frente es pálida, mis trenzas de oro;
puedo brindarte dichas sin fin;
yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas? –No; no es a ti.

1.- Valor estilístico de los adjetivos.
      En esta Rima de Bécquer, de tema amoroso, el yo poético mantiene un diálogo con dos mujeres imaginarias, pero perfectamente reconocibles por cualquier lector. La primera, morena, y la segunda rubia, simbolizan los tópicos literarios tradicionales.
      Dada la extensión de los dos cuartetos, en los que encontramos cuatro adjetivos y tres sintagmas preposicionales con valor de adjetivo, podemos decir que no abundan en exceso, pero la presencia de adjetivos le otorga al texto subjetividad y expresividad.
      La función predominante del adjetivo es la de atributo, con lo que el poeta da mayor importancia a lo nominal, a lo sustantivo o esencial que a lo accesorio. El verbo copulativo une al sujeto con el atributo y está desemantizado. (yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo…, mi alma está llena, mi frente es pálida.) Hay una omisión del verbo ser en el v-5, en el que el SPrep tiene valor de adjetivo: mis trenzas (son) de oro.
      Los adjetivos calificativos con los que indica la cualidad de ambas damas, son especificativos-descriptivos, aportan notas objetivas observables por los lectores. En ambos casos están pospuestos con lo que podemos señalar una intención intelectual y objetiva por parte del autor. Esta contradicción aparente entre subjetividad-objetividad, se resuelve con la utilización de los sintagmas preposicionales con valor de adjetivos, lo cual le imprime al texto un carácter evocador, muy propio de la poesía, siempre sugerente de Bécquer.
Los adjetivos descriptivos son: ardiente, morena, llena, pálida. Y los sintagmas preposicionales susceptibles de ser interpretados como adjetivos: de la pasión (pasional), de ansia (ansioso), de oro (aureas, rubias), de ternura (tierno.)
      El análisis de los adjetivos, todos calificativos, y de los sintagmas preposicionales con valor de adjetivos, demuestran, la condensación conceptual y el carácter evocador de la poesía de Bécquer. No olvidemos que Bécquer “escribía cuando no sentía.”

VALOR ESTILÍSTICO DE LOS VERBOS


No creo que exista el diablo pero el Jaguar me hace dudar a veces. Él dice que no cree, pero es mentira, pura pose. Se vio cuando le pegó a Arróspide por hablar mal de Santa Rosa. “Mi madre era devota de Santa Rosa y hablar mal de ella es como hablar mal de mi madre”, pura pose. El diablo debe tener la cara del Jaguar, su misma risa y además los cachos puntiagudos. Vienen a llevarse a Cava, dijo, ya descubrieron todo. Y se puso a reír, mientras el Rulos y yo perdíamos el habla y nos venían los muñecos.
(Fragmento de La ciudad y los perros. M. Vargas Llosa)

            Abunda el Sintagma verbal en este fragmento (veinte formas) propio de la narración. Esta narración es un monólogo con las características propias de esta forma narrativa (que se explicarán en otro punto.)
            Se inicia el fragmento en presente, el personaje está pensando y se sitúa justo en el momento en el que inicia sus reflexiones con lo que nos introduce en una atmósfera de realidad (su realidad.) El primer verbo, creo, verbo principal de la subordinada sustantiva, en modo indicativo, hace patente esa intención; el verbo de la subordinada, complementa directamente a la principal y, dada la significación del verbo creer (tiene que ver con la fe) está en presente de subjuntivo, exista, modo apropiado para la hipótesis y la subjetividad. También el presente de la coordinada adversativa, hace, está en presente durativo, la duda –aludida en infinitivo con valor de sustantivo en función de complemento directo (C.D.)- es algo que permanece en el personaje, si bien inducido por otro: “me hace dudar”; el aspecto durativo, no obstante, es modificado por la locución adverbial temporal a veces.
            En la segunda oración los presentes dice, cree, es, siguen siendo durativos, y al igual que en la anterior son verbos estativos, pertenecen al campo semántico del pensamiento, de la mente, del ser. El verbo dicendi propio del estilo indirecto (“Él dice que no cree”) está utilizado aquí en presente en lugar del pasado (dijo), hay por tanto un uso desplazado con la intención de acercar sus recuerdos al presente. Hay una omisión del verbo ser, propia del lenguaje coloquial utilizado en este monólogo, que se repetirá nuevamente: (es) “pura pose”.
            Los perfectos simples de la siguiente oración (vio, pegó) son propios de la narración, recuerda desde el momento presente hechos del pasado, ya finalizados, y por ello el uso normal de este tiempo de aspecto perfectivo. El infinitivo hablar, tiene valor de sustantivo en función de complemento circunstancial de causa.
            La utilización del pretérito imperfecto en la oración en estilo indirecto libre (Mi madre era...) contiene un cariz informativo, nos informa de la muerte de la madre del Jaguar, lo que deducimos de la utilización del presente gnómico (es) en la otra proposición coordinada; “hablar mal de ella es como hablar mal de mi madre”, afirmación tajante con valor de sentencia, en la que los infinitivos funcionan como sustantivos, el primero es el sujeto de la oración y el segundo el atributo.
            A continuación nos encontramos con una perífrasis verbal modal, en presente durativo, aparentemente de obligación (debe tener), no obstante con valor de probabilidad (debe de tener) algo común en el español de América que formalmente no distingue sendas perífrasis, si bien se deduce su valor por el contexto. Una omisión más de la perífrasis aparece en la siguiente proposición (debe tener) “los cachos puntiagudos”, propio del lenguaje coloquial, en la que compara al diablo con el Jaguar.
            De manera desordenada, a golpe de pensamiento, propio del monólogo interno, continúa la narración. La perífrasis aspectual ingresiva, que indica que la acción está a punto de comenzar (vienen a llevarse) está en presente actual porque reproduce el pensamiento de un personaje (estilo directo con el verbo decir en perfecto simple.) Encontramos dos perfectos simples más, descubrieron, se puso a reír) propios de la narración, acción terminada y aspecto perfectivo, que combina con dos imperfectos descriptivos; éstos se apoyan en la perífrasis incoativa (se puso a reír) porque la acción realizada en el pasado se prolonga en el tiempo.
            Al ser sólo un fragmento, la acción se apoyará en lo sucesivo en las perfectos simples propios de la narración.


TEXTO II

 ¿Es que algo?, ¿es que creo algo? ¿Es que esto que estoy aquí contando ha pasado y ha pasado tal como lo cuento? ¿Es que pueden pasar estas cosas? ¿Es que todo esto es más que un sueño soñado dentro de otro sueño? ¿Seré yo, Ángela Carballino, hoy cincuentona, la única persona que en esta aldea se ve acometida de estos pensamientos extraños para los demás? ¿Y estos, los otros, los que rodean, creen? ¿Qué es eso de creer? Por lo menos, viven. Y ahora creen en san Manuel Bueno, mártir, que sin esperar inmortalidad les mantuvo en la esperanza de ella.

         Nos encontramos ante un monólogo, en primera persona. La fórmula “Es que” utilizada al inicio de las cuatro primeras frases interrogativas, es propia del lenguaje coloquial, y tiene el valor de enfatizar lo que se va a decir después; si la suprimimos no variará el contenido, aunque sí el matiz reiterativo que se consigue con esos paralelismos. No hay que olvidar que en el monólogo, el personaje se expresa a golpe de pensamiento, sin preocuparse de ordenar sus ideas.
         Abunda el sintagma verbal, ya que nos encontramos ante una variante del texto narrativo (el monólogo.) El tiempo más abundante en el  fragmento es el presente de indicativo, puesto que Ángela está recordando desde su momento presente. Es un presente durativo ya que la acción se produce en el momento de las reflexiones, pero también antes y después de ese momento. Es un durativo-descriptivo (sé, creo, estoy contando, pueden pasar, es, ve, rodean, creen, viven). La perífrasis verbal (estar+gerundio) refuerza ese aspecto durativo que es el que predomina en el fragmento. También hay un presente actual (la acción coincide con el momento en que se habla): cuento, porque Ángela está recordando lo pasado; y precisamente aquí es donde aparece, repetido, un pretérito perfecto compuesto (ha pasado), aquí tiene un uso desplazado. Ángela se está refiriendo a un tiempo ya lejano (lo sabemos porque hemos leído la obra), debería usar el pretérito perfecto simple, pero trata de acercar ese pasado al momento presente; de ahí el uso del compuesto. El futuro seré, tiene un valor de presente de incertidumbre,  Ángela se pregunta a sí misma en el momento presente, la utilización del futuro le imprime un mayor matiz dubitativo. En cuanto a las formas no personales, los dos infinitivos funcionan como sustantivos (de creer, sin esperar) y el participio soñado tiene valor de introductor de una proposición adjetiva, que complementa al sustantivo sueño. El último verbo en pretérito perfecto simple, es el propio de la narración: mantuvo, y su función es la de cierre de una serie de preguntas, en este caso, que se hace el personaje del monólogo.
         La abundancia de verbos indica que es un texto narrativo y la del tiempo presente que nos encontramos en  uno de los pocos  momentos de la novela en los que el tiempo interno es el presente, también los adverbios (aquí, hoy, ahora, son los adverbios de lugar que, junto a los verbos nos ubican en el presente.) No olvidemos, que en la mayor parte de la novela, Ángela habla del pasado.

TEXTO III

Y entonces, serena y tranquilamente, a media voz, me contó una historia que me sumergió en un lago de tristeza. Cómo don Manuel le había venido trabajando, sobre todo en aquellos paseos a las ruinas de la vieja abadía cisterciense, para que no escandalizase, para que diese buen ejemplo,  para que se incorporase a la vida religiosa del pueblo, para que fingiese creer si no creía, para que ocultase sus ideas al respecto, mas sin intentar siquiera catequizarle, convertirle de otra manera.
         - Pero ¿es eso posible? –exclamó consternada.
         - ¡Y tan posible hermana, y tan posible!

      En este fragmento Lázaro le cuenta a su hermana el secreto del sacerdote. Nos encontramos ante un texto narrativo, con diálogo incluido, en el que abunda el sintagma verbal. Hay que destacar el predominio del pasado sobre los otros tiempos verbales, lo que indica que la acción ya ha transcurrido; no obstante abundan los tiempos de aspecto imperfectivo, es pasado pero la acción no ha terminado.
Procedamos al análisis detallado. En primer lugar los de aspecto perfectivo, utilizados sin usos desplazados:
- Tres pretéritos perfectos simples, propios del texto narrativo: contó, me sumergió, exclamó.
- Pretérito pluscuamperfecto de indicativo: había venido trabajando, pero hay que matizar que al ser una perífrasis verbal con gerundio, el aspecto resultante es imperfectivo por tener el gerundio un valor durativo (la acción no ha terminado.)
      El resto de las formas verbales son de aspecto imperfectivo: un presente (es), que nos sitúa en el momento presente del diálogo entre los dos hermanos; un pretérito imperfecto de indicativo con valor de subjuntivo (si no creía = aunque no creyese) porque se está tratando de hipótesis; Lázaro cuenta el momento en el que San Manuel trata de convencerlo y de ahí el constante uso normal del subjuntivo: escandalizase, diese, incorporase, fingiese. Hay que destacar que elige la segunda forma del pretérito imperfecto de subjuntivo ( –se) de uso más culto que la primera (-ra).
      Finalmente nos encontramos con dos infinitivos –que funcionan como verbos, los otros están sustantivados-, cuyo aspecto es neutro, a los que añade enclíticamente dos pronombres: catequizarle, convertirle, lo cual se corresponde con la intención de Unamuno de utilizar un lenguaje seco, antirretórico y ausente de barroquismos.


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