COMENTARIO
CRÍTICO DE LA RIMA XV
Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz:
eso eres tú.
Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte te desvaneces
¡como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul!
En mar sin playas onda sonante,
en el vacío cometa errante,
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor,
¡eso soy yo!
Yo, que a tus ojos, en mi agonía,
los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro y demente
¡tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!
1. RESUMEN
La mujer amada,
representada como una realidad evanescente e inmaterial, se revela como un
ideal inalcanzable para el poeta. Éste,
por su parte, se define como un ser demente, puesto que se ve condenado a
perseguir eternamente ese ideal imposible.
2. COMENTARIO CRÍTICO
[LOCALIZACIÓN] Este poema pertenece a las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, probablemente el poeta más
representativo del Romanticismo en España. La rima XV se sitúa en el segundo de
los apartados en que pueden dividirse las Rimas:
el poeta trata aquí el tema de la exaltación del amor. En el texto pueden
identificarse aspectos fundamentales de la poesía becqueriana, que analizaremos
a continuación.
[TEMA] La
frustración y locura a la que conduce inexorablemente la búsqueda de la mujer
ideal.
(Comentario opcional): Este tema entronca con el
movimiento literario al que pertenece: el idealismo romántico conduce cuando el
ideal se revela imposible a la frustración y a la desesperación. Y es tratado
por Bécquer en otras rimas y en sus Leyendas; recordemos, por ejemplo, El rayo de luna.
[ESTRUCTURA
EXTERNA] Aludiendo a la estructura formal del poema, éste
está compuesto por 22 versos que se organizan en cuatro estrofas, la primera y la tercera con seis versos y la
segunda y cuarta con cinco. Los versos predominantes en esta rima son
decasílabos de arte mayor y pentasílabos de arte menor o también se pueden
entender estos como versos de pie quebrado. La rima establecida es consonante
entre los versos: 1º y 2º (-uma) 3º y 4º (oro) 7º y 8º (-eces)
9º y 10º (-ido) 12º y 13º (-ante) 14º y 15º (-ento) 18º y
19º (-ía) 20º y 21º (-ente) y asonante entre los versos 5º, 6º y
11º del fonema (-u) y 16º, 17º y 22º del fonema (-o). El tipo de
estrofa que presenta esta rima nos es desconocido, pero sí se puede hacer
referencia al encadenamiento sucesivo en
cuanto a la rima de un verso con otro.
[ESTRUCTURA
INTERNA] La atención a la
estructura interna del poema (desde el punto de vista temático) es uno de los
rasgos de estilo más notables en las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. En este
caso podemos observar una estructura
bimembre perfecta: el texto se divide en dos partes bien diferenciadas
entre las que se establece un riguroso paralelismo. La primera parte (estrofas
primera y segunda) es la descripción del tú
femenino; la segunda parte (estrofas tercera y cuarta) es la descripción
del yo poético. Estas dos partes
mantienen una relación antitética, pues presentan dos realidades incompatibles:
la mujer y el poeta jamás podrán encontrarse. Asimismo, no falta en este poema
otro procedimiento de organización textual que Bécquer utiliza con frecuencia,
como es la disposición en serie de las imágenes metafóricas de las estrofas
primera y tercera.
[ACTITUD
E INTENCIONALIDAD] Como es propio de los textos literarios,
la actitud del autor es plenamente subjetiva; al tratarse de un texto
perteneciente al género lírico, esta subjetividad alcanza un grado máximo. El
poeta adopta una actitud sincera con
la que exterioriza su sentir más hondo e íntimo, acompañada de un tono de desesperación que se hace más dramático
en la última estrofa, en la que la idea de dolor del poeta llega a su clímax al
expresar que se vuelve loco (“demente” v.20). Esta técnica de comunicar lo
esencial al final de la composición es, como sabemos, un rasgo de estilo
becqueriano. La personalidad del poeta se manifiesta tanto en el contenido del
poema como en la forma de expresión elegida. En relación con el contenido, su
intención comunicativa es crear un universo poético que le permita transmitir
una concepción del amor y de la mujer. El amor del que habla no parece ser un
amor hacia una destinataria real y concreta, sino un amor ideal en busca de una
mujer en quien materializarse. La manifestación de sentimientos implica el
propósito del poeta de conmover a los lectores, por lo que además de la función
emotiva del lenguaje, está presente
la apelativa. En el plano de la
expresión, resulta evidente que Bécquer presta una especial atención a la forma
lingüística, de manera que consigue un estilo personal con rasgos muy definidos
(son rasgos de estilo becquerianos el paralelismo, las series de metáforas o la
polimetría). Por tanto, debemos hablar de una intención estética relacionada
con la función poética del lenguaje.
[TIPO
DE TEXTO] Respecto a su tipología, estamos ante un texto literario perteneciente al género lírico intimista. Este género
literario se distingue por la intención del emisor de expresar sus
sentimientos, sus emociones: aquí se trata de una experiencia amorosa
frustrada, dado que la mujer amada se representa como un ideal imposible. Por
otro lado, el texto, lógicamente, presenta características formales que son
propias del género (el lenguaje en verso o la intención estética en la forma de
la expresión).
En cuanto al modo del
discurso, el poema adopta una forma
dialogada (apóstrofe lírico en 2ª persona): el yo poético se dirige al tú
femenino; sin embargo, la comunicación no es posible, pues la mujer es
inalcanzable y nunca responde (esta estructura apelativa es frecuente en las Rimas). Además, encontramos elementos
pertenecientes al discurso descriptivo:
la mujer amada y el yo poético son
los objetos de una descripción en la que se recurre a un lenguaje metafórico y
simbólico. En las estrofas 1 y 2 se describe al tú como un ser evanescente y
etéreo; en las estrofas 3 y 4 se describe al yo. A su vez, la estrofa 3 se
centra en rasgos de su carácter (desarraigado, dolido y ansioso) y en la 4 se
explica el estado final del poeta (demente).
[VALORACIÓN PERSONAL] Este poema cumple los rasgos formales de las Rimas: brevedad y sencillez de la poesía
pero a su vez elaboración, alejada también del momento de la vivencia, gran predominio
de estructuras paralelísticas en las cuales hemos profundizado anteriormente que
colaboran a la musicalidad rítmica que presenta el poema. Cabe destacar el subjetivismo
y la ausencia de tono retórico lo que favorece la sinceridad de los
sentimientos.
El valor literario de este
texto está fuera de toda duda. G. A. Bécquer es el poeta más significativo del
movimiento romántico en España y su obra sigue siendo hoy muy leída. Sus versos
contienen sentimientos auténticos e intensos con los que resulta fácil
identificarse; la naturalidad de su lenguaje contribuye también a acercar su
poesía a los lectores. La idealización del amor o la frustración ante el
desamor son inquietudes que compartimos todos los seres humanos; la grandeza
del poeta está en su capacidad para expresar estos sentimientos universales con
una voz propia. Por último, no podemos olvidar la modernidad de la concepción
poética becqueriana; de hecho, ha sido enorme su influencia en la poesía
contemporánea en lengua española.
RECURSOS
LITERARIOS
En la primera parte el autor identifica metafóricamente a la amada con una
serie de elementos puros, melodiosos, armónicos y delicados: con una tela de
seda transparente flotante de leve niebla marina, rizada cinta de blanca espuma
cuya semejanza establecida es la pureza, la integridad, la transparencia. También
se la identifica con un rumor sonoro de arpa de oro aludiendo a la musicalidad,
armonía y belleza de su voz; y con el beso del aura, onda de luz, es decir,
ambos términos transmiten una sensación apacible de luminosidad.
Al comienzo de la segunda estrofa se insiste en la
delicadeza y fragilidad de la amada al identificarla con una sombra aérea. Se
aprecian comparaciones que abarcan
la mitad de la segunda y que facilitan la comprensión de lo que se describe. Se
establece la relación dicha entre la delicadeza y la fragilidad de la amada
(sombra aérea) con la llama, el sonido, la niebla y el gemido de lago azul.
En esta primera parte se aprecian otros recursos
literarios como el encabalgamiento
tanto suave como abrupto. Este procedimiento consiste en la ruptura del ritmo
sintáctico por razones del ritmo métrico. A la vez produce un ritmo
entrecortado que se adecua al tono desasosegado del poeta.
Se observa la presencia de una aliteración o repetición de un sonido, generalmente consonántico,
en este caso la “v” en los
versos 3º y 4º que el autor emplea para favorecer la expresividad del texto.
Hay un adjetivo ornamental que caracteriza al sustantivo al que acompaña,
también llamado epíteto en el
segundo verso (blanca espuma) y que insiste en lo propio del sustantivo. Así se
favorece la estética del poema.
En la segunda estrofa se aprecia la existencia del paralelismo sintáctico, es decir, reiteración
de una misma estructura sintáctica en dos o más frases o versos: conjunción subordinada
modal + sintagma nominal, dentro de este recurso se puede hacer referencia a la
repetición de la palabra “como”, conjunción que ayuda a expresar el aspecto
modal, la manera, que facilita la imaginación de esa delicadeza, fragilidad con
la que se está comparando.
La segunda parte constituida por las dos últimas
estrofas hace referencia al “yo”: el poeta identifica sus sueños con realidades
inmensas, cósmicas o de rumbo incierto para resaltar su deseo de perfección y
su búsqueda de la belleza. Así en la tercera estrofa se identifica el término
real (el que ama, el hombre) con una serie de términos imágenes (mar sin playa,
onda sonante, cometa errante, largo lamento del ronco viento, ansia perpetua de
mejora) cuya semejanza establecida es la falta de serenidad y el desasosiego. Se
puede hacer referencia también a los encabalgamientos.
En los versos 13º y 14º se aprecia un encabalgamiento suave para hacer posible
en cuanto a métrica se refiere el pie quebrado y ya en la última estrofa se dan
dos unidos, el primero abrupto y el segundo suave que pone fin al poema (versos
20º, 21º y 22º)
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