miércoles, 28 de noviembre de 2012

COMENTARIO DE LA RIMA XLI



    XLI (41)

1       Tú eres el huracán, y yo la alta
Torre que desafía su poder.
Tenías que estrellarte o abatirme!...
         ¡No pudo ser!

5       Tú eras el Océano y yo la enhiesta
         roca que firme aguarda su vaivén.
         ¡Tenías que romperte o que arrancarme!...
                  ¡No pudo ser!

         Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
10     uno a arrollar, el otro a no ceder;
         la senda estrecha, inevitable el choque...
                  ¡No pudo ser!

·         Contextualización

El poema que comentamos pertenece a las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836, Madrid, 1970), lírico posromántico. Cultiva una poesía intimista que busca, ante todo, la sencillez y la naturalidad.
En las 76 rimas que, finalmente sus amigos publicaron de las 79 que el propio Bécquer había incluido en su Libro de los gorriones, nuestro autor aborda dos temas fundamentales de la literatura de todos los tiempos: la poesía y el amor; éste último[1] desde el deslumbramiento de sus inicios hasta la desolación de la separación y el olvido, pasando por la incomprensión y el dolor que provoca el amor no correspondido. Esta rima, la XLI, pertenece al grupo de Rimas (desde la XXX hasta la LIV) que trata del amor frustrado o desengaño amoroso.

·         Resumen
La imposibilidad de unión de dos amantes se debió a la incompatibilidad de caracteres de ambos, ella activa pero orgullosa, y él pasivo pero testarudo.
·         Tema[2]
El poema habla de los motivos de la ruptura de una pareja. La incompatibilidad de caracteres de ambos imposibilitó la unión.

·         Métrica y Estructura
Está compuesto por tres estrofas de cuatro versos, endecasílabos los tres primeros, y pentasílabo el cuarto de cada estrofa. Éste verso pentasílabo actúa como estribillo que resume la idea esencial: La imposibilidad de la unión de la pareja (¡No pudo ser!)
Tiene forma arromanzada: asonancia en los pares. La rima es aguda (é). Para difuminar el ritmo el poeta recurre al encabalgamiento, utilizado entre el primer y el segundo verso de cada estrofa; así, en la última: acostumbrados / uno a... el otro ...

La primera y segunda estrofa guardan un perfecto paralelismo, reforzando la doble anáfora:
Tú eras el... y yo...
¡Tenías que... o...!

Tú eras el... y yo...
¡Tenías que... o...!

No sólo se repite la misma estructura verso a verso, sino también el significado, aunque se empleen imágenes distintas. En ambas se contrapone la actitud de la amada y el poeta en idénticos términos: huracán - alta /torre, Océano- enhiesta / roca,
La última estrofa, aunque difiere en su composición, se pliega también a ese contraste que determina la forma del poema. Predominan en ella los versos bimembres, primer hemistiquio del v 9 (Hermosa tú, yo altivo) y los vv 10 y 11 (uno a arrollar, el otro a no ceder; / la senda estrecha, inevitable el choque;) De esta manera, la contraposición que en las dos primeras estrofas se desarrolla en dos versos, en el tercero se concentra en uno.

·         Lenguaje y Recursos expresivos

Como es propio de Bécquer, el lenguaje es culto pero fácilmente comprensible.
Los adjetivos, bastante abundantes (alta, enhiesta, hermosa, altivo, estrecha, inevitable) no son un adorno superfluo, sino que contribuyen decisivamente a la expresividad.
Las frases son cortas y la sintaxis muy sencilla, dos proposiciones de relativo en las dos primeras estrofas, y frases nominales en la última. Muchas veces coincide un pensamiento con un verso. En la última estrofa la economía lingüística llega al máximo pues se suprimen los nexos de unión innecesarios, recurriendo a oraciones nominales.
El poeta recuerda vivencias pertenecientes al pasado. Predomina el pretérito imperfecto de indicativo, que da una idea de continuidad (era, desafía, tenías); conocemos las actitudes que se reproducían de forma reiterada y continuada. En cambio, el único pretérito perfecto simple, el des estribillo (pudo) muestra de forma puntual un proceso consumado; trasmite la sensación de algo decisivo e irrevocable; no en vano en un tiempo de aspecto perfectivo (acción acabada).
Se especifica a cada paso el pronombre personal sujeto (tú, yo), innecesario desde el punto de vista gramatical. Su uso obedece a la intención de recalcar mucho más el enfrentamiento entre uno y otro. La función de los pronombres personales es, por tanto, enfática.
La naturaleza y actitud de los amantes se refleja primero mediante metáforas tomadas en su mayoría del mundo natural: el huracán, el océano (la amada) la torre, la roca (el poeta). Entre ellas se establece una antítesis:
                Huracán / alta torre que desafía su poder
                Océano / enhiesta roca que firme aguarda su vaivén.

         La antítesis se da también en la descripción de los dos amantes: hermosa tú, yo altivo, y en las dos alternativas que metafóricamente se le presentan a ella, mediante dos proposiciones disyuntivas: estrellarte o abatirme/ romperte o arrancarme. Entra en contraste, en definitiva, el afán combativo de la amada y la resistencia al embate del amado, resumida en el v 10 (arrollar / no ceder).
         En el verso 11 hallamos nuevas metáforas: la senda estrecha, inevitable el choque; la segunda es consecuencia de la primera. Entres estas unidades paralelas se produce un quiasmo:
                                                        senda          estrecha
                                                        inevitable    choque

         El empleo reiterado de la forma perifrástica de obligatoriedad tenías que subraya la idea de que la disyuntiva se presentaba como algo ineludible; no había otra salida. Los puntos suspensivos dejan la frase en el aire; queda sugerida la conclusión que de forma inequívoca se desprende de lo dicho. Lo mismo ocurre en el verso 11, ya comentado. Acto seguido, el estribillo formulará la conclusión sugerida con toda precisión y rotundidad: ¡No pudo ser!
         El poema entero es un apóstrofe pues el autor habla a su amada como si estuviera presente, aunque probablemente sólo se halle en su recuerdo. El arrebato emotivo lo lleva a frecuentes exclamaciones que se concentran al final de cada estrofa.


·         Conclusión / Opinión o valoración personal[3]

La Rima XLI es un poema intimista en el que el autor rememora el proceso de ruptura con su amada situado en un momento ya lejano. Verso a verso analiza las causas de ese desencuentro, que vienen a reducirse a una sola: el choque entre dos temperamentos demasiado fuertes, incapaces de ceder un ápice.
 El conflicto presentado por el poeta lo conocemos desde el punto de vista de él; la amada aparece como una fuerza activa que arremete violentamente y sólo se satisface con arrollar y destruir (huracán), en cambio el poeta se mantiene pasivo, concentrando toda su energía en la resistencia. No hay en el poema lamentos ni reproches, sólo la rotunda corroboración de una evidencia: ¡No pudo ser!; oración simple compuesta de los mínimos elementos significativos en la que se condensa la ruptura entre el y el yo, una ruptura causada por los dos, por no aceptarse como eran.
 Parece que Bécquer se proyecta en sus versos, ya que, por lo que sabemos de su biografía, era un hombre de carácter comedido y frágil aspecto; es fácil suponer que adoptara la actitud de defensa para ocultar su hipersensibilidad. Sin embargo, debido a la idealización que el artista hace del amor y la amada en toda su poesía –desde Cartas literarias a una mujer-, conociendo que Bécquer hace brotar del alma la poesía que es capaz de leer en los corazones humanos, y sabiendo que con Julia –la mayor inspiradora de su poesía- sólo mantuvo una relación platónica, es lógico suponer que el al que se refiere en este poema sea una idealización, una condensación emocional del orgullo femenino, más que el retrato preciso de una mujer concreta.
  En el análisis de esta Rima hemos comprobado la brevedad y sencillez propias del estilo de Bécquer. Nuestro autor se decanta en todas sus composiciones por una poesía en la que el sentimiento se comprime, una poesía íntima y fugaz, una poesía sugerente que se detiene y analiza los resortes del corazón humano, lejos del estilo grandilocuente de los poetas románticos que lo precedieron.




[1] O también: este último en sus distintas fases, la gozosa y esperanzada inicial, el desengaño y la frustración, y finalmente la desesperación y la soledad ante el abandono. 
[2] También se puede enunciar con un sintagma nominal: Incompatibilidad de caracteres de dos amantes. Imposibilidad de unión de dos enamorados a causa de dos temperamentos muy fuertes, etc.
[3] Es importante hacer un resumen de lo esencial que ya se ha comentado de la Rima, insertándolo en el contexto general de todas las Rimas. Aquí no se trata de opinar acerca de si me gusta o no, sino de asimilar el estilo becqueriano y aplicarlo a la Rima concreta. Es el momento de incluir aquellos datos que conocemos del autor, y que deducimos de la lectura del poema y no hemos tenido opción de comentar en ninguno de los puntos estudiados.

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