XLI (41)
1 Tú eres el huracán, y yo la alta
Torre que desafía su poder.
Tenías que estrellarte o abatirme!...
¡No pudo ser!
5 Tú eras el Océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén.
¡Tenías que romperte o que
arrancarme!...
¡No
pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
10 uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el
choque...
¡No pudo ser!
·
Contextualización
El poema que comentamos
pertenece a las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836, Madrid,
1970), lírico posromántico. Cultiva una poesía intimista que busca, ante todo,
la sencillez y la naturalidad.
En las 76 rimas que,
finalmente sus amigos publicaron de las 79 que el propio Bécquer había incluido
en su Libro de los gorriones, nuestro autor aborda dos temas
fundamentales de la literatura de todos los tiempos: la poesía y el amor; éste
último[1] desde el deslumbramiento de sus inicios hasta la desolación
de la separación y el olvido, pasando por la incomprensión y el dolor que
provoca el amor no correspondido. Esta rima, la XLI, pertenece al grupo de Rimas (desde la XXX hasta la LIV) que trata del amor
frustrado o desengaño amoroso.
·
Resumen
La imposibilidad de unión de dos amantes se
debió a la incompatibilidad de caracteres de ambos, ella activa pero orgullosa,
y él pasivo pero testarudo.
·
Tema[2]
El poema habla de los motivos de la ruptura
de una pareja. La incompatibilidad de caracteres de ambos imposibilitó la
unión.
·
Métrica
y Estructura
Está compuesto por tres
estrofas de cuatro versos, endecasílabos los tres primeros, y pentasílabo el
cuarto de cada estrofa. Éste verso pentasílabo actúa como estribillo que resume
la idea esencial: La imposibilidad de la unión de la pareja (¡No pudo ser!)
Tiene forma arromanzada:
asonancia en los pares. La rima es aguda (é). Para difuminar el ritmo el poeta
recurre al encabalgamiento, utilizado entre el primer y el segundo verso de
cada estrofa; así, en la última: acostumbrados / uno a... el otro ...
La primera y segunda estrofa guardan un perfecto paralelismo,
reforzando la doble anáfora:
Tú eras el... y
yo...
¡Tenías que...
o...!
Tú eras el... y
yo...
¡Tenías que...
o...!
No sólo se repite la misma
estructura verso a verso, sino también el significado, aunque se empleen
imágenes distintas. En ambas se contrapone la actitud de la amada y el poeta en
idénticos términos: huracán - alta /torre, Océano- enhiesta / roca,
La última estrofa, aunque
difiere en su composición, se pliega también a ese contraste que determina la
forma del poema. Predominan en ella los versos bimembres, primer hemistiquio
del v 9 (Hermosa tú, yo altivo) y los vv 10 y 11 (uno a arrollar, el
otro a no ceder; / la senda estrecha, inevitable el choque;) De esta
manera, la contraposición que en las dos primeras estrofas se desarrolla en dos
versos, en el tercero se concentra en uno.
·
Lenguaje
y Recursos expresivos
Como es propio de
Bécquer, el lenguaje es culto pero fácilmente comprensible.
Los adjetivos, bastante
abundantes (alta, enhiesta, hermosa, altivo, estrecha, inevitable) no
son un adorno superfluo, sino que contribuyen decisivamente a la expresividad.
Las frases son cortas y la
sintaxis muy sencilla, dos proposiciones de relativo en las dos primeras
estrofas, y frases nominales en la última. Muchas veces coincide un pensamiento
con un verso. En la última estrofa la economía lingüística llega al máximo pues
se suprimen los nexos de unión innecesarios, recurriendo a oraciones nominales.
El poeta recuerda vivencias
pertenecientes al pasado. Predomina el pretérito imperfecto de indicativo, que
da una idea de continuidad (era, desafía, tenías); conocemos las
actitudes que se reproducían de forma reiterada y continuada. En cambio, el
único pretérito perfecto simple, el des estribillo (pudo) muestra de
forma puntual un proceso consumado; trasmite la sensación de algo decisivo e
irrevocable; no en vano en un tiempo de aspecto perfectivo (acción acabada).
Se especifica a cada paso el
pronombre personal sujeto (tú, yo), innecesario desde el punto de vista
gramatical. Su uso obedece a la intención de recalcar mucho más el
enfrentamiento entre uno y otro. La función de los pronombres personales es,
por tanto, enfática.
La naturaleza y actitud de los
amantes se refleja primero mediante metáforas tomadas en su mayoría del mundo
natural: el huracán, el océano (la amada) la torre, la roca (el
poeta). Entre ellas se establece una antítesis:
Huracán / alta torre que desafía su poder
Océano / enhiesta roca que firme aguarda su vaivén.
La antítesis se da también en la
descripción de los dos amantes: hermosa tú, yo altivo, y en las dos
alternativas que metafóricamente se le presentan a ella, mediante dos
proposiciones disyuntivas: estrellarte o abatirme/ romperte o arrancarme.
Entra en contraste, en definitiva, el afán combativo de la amada y la
resistencia al embate del amado, resumida en el v 10 (arrollar / no ceder).
En el verso 11 hallamos nuevas metáforas: la senda
estrecha, inevitable el choque; la segunda es consecuencia de la primera.
Entres estas unidades paralelas se produce un quiasmo:
senda estrecha
inevitable choque
El empleo reiterado de la forma
perifrástica de obligatoriedad tenías que subraya la idea de que la
disyuntiva se presentaba como algo ineludible; no había otra salida. Los puntos
suspensivos dejan la frase en el aire; queda sugerida la conclusión que de
forma inequívoca se desprende de lo dicho. Lo mismo ocurre en el verso 11, ya
comentado. Acto seguido, el estribillo formulará la conclusión sugerida con
toda precisión y rotundidad: ¡No pudo ser!
El poema entero
es un apóstrofe pues el autor habla a su amada como si estuviera presente,
aunque probablemente sólo se halle en su recuerdo. El arrebato emotivo lo lleva
a frecuentes exclamaciones que se concentran al final de cada estrofa.
·
Conclusión / Opinión o valoración personal[3]
La Rima XLI es un poema
intimista en el que el autor rememora el proceso de ruptura con su amada
situado en un momento ya lejano. Verso a verso analiza las causas de ese
desencuentro, que vienen a reducirse a una sola: el choque entre dos
temperamentos demasiado fuertes, incapaces de ceder un ápice.
El conflicto presentado por el poeta lo
conocemos desde el punto de vista de él; la amada aparece como una fuerza
activa que arremete violentamente y sólo se satisface con arrollar y destruir
(huracán), en cambio el poeta se mantiene pasivo, concentrando toda su energía
en la resistencia. No hay en el poema lamentos ni reproches, sólo la rotunda
corroboración de una evidencia: ¡No pudo ser!; oración simple compuesta de los
mínimos elementos significativos en la que se condensa la ruptura entre el tú
y el yo, una ruptura causada por los dos, por no aceptarse como eran.
Parece que Bécquer se proyecta en sus versos,
ya que, por lo que sabemos de su biografía, era un hombre de carácter comedido
y frágil aspecto; es fácil suponer que adoptara la actitud de defensa para
ocultar su hipersensibilidad. Sin embargo, debido a la idealización que el
artista hace del amor y la amada en toda su poesía –desde Cartas literarias
a una mujer-, conociendo que Bécquer hace brotar del alma la poesía que es
capaz de leer en los corazones humanos, y sabiendo que con Julia –la mayor
inspiradora de su poesía- sólo mantuvo una relación platónica, es lógico
suponer que el tú al que se refiere en este poema sea una idealización,
una condensación emocional del orgullo femenino, más que el retrato preciso de
una mujer concreta.
En el análisis de esta Rima hemos comprobado la brevedad y
sencillez propias del estilo de Bécquer. Nuestro autor se decanta en todas sus
composiciones por una poesía en la que el sentimiento se comprime, una poesía
íntima y fugaz, una poesía sugerente que se detiene y analiza los resortes del
corazón humano, lejos del estilo grandilocuente de los poetas románticos que lo
precedieron.
[1] O también: este último en sus distintas fases, la gozosa y
esperanzada inicial, el desengaño y la frustración, y finalmente la
desesperación y la soledad ante el abandono.
[2] También se puede enunciar con un sintagma nominal:
Incompatibilidad de caracteres de dos amantes. Imposibilidad de unión de dos
enamorados a causa de dos temperamentos muy fuertes, etc.
[3] Es importante hacer un
resumen de lo esencial que ya se ha comentado de la Rima, insertándolo en el
contexto general de todas las Rimas. Aquí no se trata de opinar acerca de si me
gusta o no, sino de asimilar el estilo becqueriano y aplicarlo a la Rima concreta. Es el momento
de incluir aquellos datos que conocemos del autor, y que deducimos de la
lectura del poema y no hemos tenido opción de comentar en ninguno de los puntos
estudiados.
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