Una
monja de un convento se enamora del jardinero y llega a oídos de la madre
superiora. Esta, habla con ella y la dice que tiene que olvidarse de él, que
una monja no se puede enamorar porque tiene que ser fiel a un solo hombre,
Dios. La monja le cuenta a la madre superiora que ella está intentando
olvidarle y está poniendo todo de su parte, que incluso reza por ello, pero no
es capaz. El resto de compañeras de convento se reían y burlaban de ella,
no solo por la situación, sino porque no le veían ningún atractivo al jardinero.
María Castaño Mantilla.
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