Dos hombres, en una
residencia de ancianos, hacen balance de sus vidas con las mujeres: Don Heraclio,
hombre de varias mujeres, y Don Faustino, hombre de una sola mujer. Este se
pone celoso al escuchar a los otros ancianos decir que han estado con
cincuenta, sesenta o setenta mujeres. Don Heraclio responde que esa cantidad no
es astronómica y este le cuenta sus múltiples encuentros con diversas mujeres.
Mujeres con las que ha estado en un tren o en Italia. Don Faustino le cuenta
cómo conoció a su mujer y lo mucho que se lamenta de no haber estado con más
mujeres. Don Heraclio contesta que no cambie porque ya no existen hombres como
él y que a él le hubiera gustado tener una pareja estable y no ir saltando de
falda en falda. Al final se levantan y
deciden ir a dar un paseo.
Luis Austin
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